- ENTREVISTA
Entrevista con Expansión
Entrevista a Frank Elderson, miembro del Comité Ejecutivo y vicepresidente del Consejo de Supervisión del BCE, por Andrés Stumpf, 4 de noviembre de 2025
11 de noviembre de 2025
¿Podría el Banco Central Europeo bajar más los tipos de interés?
El nivel actual es adecuado, pero seguiremos siendo dependientes de los datos y decidiremos reunión a reunión. En la última reunión mantuvimos los tipos de interés sin cambios ya que los datos desde la reunión de septiembre confirmaban en gran medida el diagnóstico de que la inflación está convergiendo hacia el objetivo del 2% a medio plazo y se situará en torno a ese nivel al final del horizonte de proyección.
Nuestra política monetaria se encuentra en una buena posición. Es cierto que el entorno económico continúa siendo incierto y, por ello, no podemos comprometernos con una senda predeterminada de tipos de interés. Lo que debemos hacer es asegurarnos de que los tipos sean coherentes con el objetivo y, hasta ahora, lo son.
¿Esa buena situación de la política monetaria podría cambiar si las proyecciones de diciembre muestran una inflación en 2028 por debajo del 2%? Sería demasiado baja para todo el horizonte.
No quiero anticiparme a las proyecciones de diciembre; tendremos que esperar a ver qué muestran. Por ahora, proyectamos que la inflación se estabilizará alrededor del 2% a medio plazo. Los riesgos de que la inflación sea mayor de lo esperado están equilibrados con los de que sea menor de lo previsto. Nuestro objetivo de estabilidad de precios es simétrico y nos preocupan igual las desviaciones tanto al alza como a la baja, pero, en general, lo que vemos ahora es que la inflación convergerá hacia nuestro objetivo del 2% a medio plazo.
¿Cuáles son esos riesgos a los que están atentos?
Entre los riesgos de ver un crecimiento de precios más alto está una mayor fragmentación del comercio global, que podría interrumpir las cadenas de suministro y aumentar los costes de importación; el aumento del gasto en defensa e infraestructuras, que podría generar presión inflacionista; y fenómenos climáticos extremos, que podrían incrementar los precios de los alimentos.
Entre los riesgos de una inflación más baja citaría la apreciación del euro, que podría reducir la demanda de exportaciones del área euro, o un redireccionamiento hacia la zona euro de productos que antes iban a EEUU.
La apreciación del euro que menciona ha sido significativa y podría ir a más ahora que la Reserva Federal baja sus tipos.
Somos dependientes de los datos al decidir nuestra política, no de la Fed, y no nos fijamos un objetivo concreto de tipo de cambio.
Naturalmente, monitorizamos el tipo de cambio del euro porque podría afectar a la inflación, pero su impacto no es necesariamente lineal: depende del entorno macroeconómico, del nivel de inflación, y del tamaño y la naturaleza de la variación del tipo de cambio. Nuestros modelos muestran que el efecto podría tardar años en transmitirse completamente, por lo que cualquier impacto de la reciente apreciación debería ser contrastado con los movimientos anteriores.
¿Cómo evalúa la situación actual de la economía española?
El crecimiento en España es excepcionalmente bueno. Ahora mismo es el país que más crece de entre las grandes economías de la zona euro gracias a factores como la inmigración, un mercado laboral sólido, la resiliencia de las exportaciones y el turismo, además de una baja exposición a Estados Unidos y China. España también es un exportador neto de energía gracias a su liderazgo en renovables; y las reformas estructurales adoptadas hace una década fortalecieron su sistema financiero y sentaron bases para el crecimiento.
En España la inflación ronda el 2,5%, con un crecimiento de los precios en el sector servicios algo persistente debido al crecimiento salarial y a la elevada demanda.
¿Y qué hay de los riesgos?
España no está libre de desafíos. El país presenta una oferta de vivienda insuficiente que ha provocado importantes subidas del precio tanto de los inmuebles como de los alquileres. Además, el crecimiento del PIB no se refleja completamente en una subida del PIB per cápita ni en la productividad laboral.
España, como el resto de Europa, necesita seguir invirtiendo para ser más productiva y competitiva, enfrentando retos de largo plazo como las crisis climáticas y energéticas, la necesidad de invertir en defensa y de mejorar en innovación y en infraestructuras.
Durante gran parte del año, Europa ha sufrido diferentes frentes e incertidumbres. ¿Cuál es la situación actual?
Recientemente las noticias a destacar son relativamente positivas. Algunos de los riesgos que mencionábamos se han ido mitigando. El acuerdo comercial entre EEUU y la UE y el alto el fuego en Oriente Próximo son factores claramente positivos, junto con los avances en las negociaciones comerciales entre EEUU y China. Un aumento del gasto público en defensa e infraestructuras también podría impulsar el crecimiento.
Sin embargo, todavía existe mucha incertidumbre y riesgos a la baja para el crecimiento. Podríamos ver, por ejemplo, un nuevo deterioro de las relaciones comerciales globales, lo que podría amenazar a la actividad económica. Esto podría afectar negativamente a cadenas de suministro, reducir exportaciones, generar un efecto adverso sobre la confianza y ralentizar la inversión y el consumo. Además, un empeoramiento del sentimiento del mercado podría endurecer las condiciones financieras, aumentar la aversión al riesgo y hacer que empresas y hogares estén menos dispuestos a invertir y consumir. Por supuesto, también están las tensiones geopolíticas como la guerra de Rusia en Ucrania.
Pero el crecimiento también podría ser más elevado de lo esperado dada la fuerte inversión que se espera en defensa y en infraestructuras.
¿Puede convertirse ese gasto en defensa que debe afrontar la UE en una oportunidad real para el crecimiento de la región?
Sí, creo que podría fomentar el crecimiento. Todo depende de cómo se estructuren las inversiones. Algunas de ellas, como el gasto en infraestructuras, podrían tener un mayor efecto positivo que otras sobre el crecimiento.
Pero el gasto en defensa no debería verse puramente como una estrategia de crecimiento. Para esto existen inversiones y medidas estructurales mucho más específicas que podrían mejorar el crecimiento en Europa aumentando la competitividad y la productividad.
Las más claras pasan por completar la unión bancaria y la unión de mercados de capitales y eliminar los obstáculos que todavía existen en el mercado único.
¿Cómo ve la actual solidez y rentabilidad del sector bancario?
Los bancos europeos son fuertes y saludables, con buenos niveles de capital y liquidez. Han resistido bien incluso en un contexto económico incierto y volátil. Esto demuestra la solidez del marco regulatorio y de supervisión construido tras la gran crisis financiera. Aquella crisis, recordemos, no fue “grande” en el buen sentido: fue enorme y devastadora. Hoy, los bancos pueden desempeñar su papel en la economía, tanto en tiempos buenos como en momentos difíciles.
Dicho esto, aún hay desafíos a largo plazo para convertir la rentabilidad actual en resiliencia duradera, especialmente frente a la digitalización, a las crisis climática y de la naturaleza y a la incertidumbre geopolítica.
Los bancos europeos obtuvieron buenos resultados en los test de estrés de este año y han registrado un fuerte crecimiento de los ingresos no vinculados a intereses, lo que les permite mantener una rentabilidad sólida incluso si los márgenes de interés se moderan, con unas cuentas respaldadas por la fortaleza de los hogares y empresas. En cualquier caso, seguimos atentos a los riesgos geopolíticos, macroeconómicos y relacionados con el clima y la naturaleza, y hemos pedido a las entidades que también los tengan en consideración.
Algunos bancos critican la dureza de la regulación posterior a la crisis y los requerimientos de capital, que consideran excesivos.
Es posible que, en parte, la memoria de la crisis se haya debilitado con el tiempo. Nuestra tarea es asegurar, como banco central, la estabilidad de precios y, como supervisores, la seguridad y solidez del sistema bancario. Somos conscientes de las amenazas que pueden surgir de no proteger bien estos dos bienes públicos. Al final, es decisión de una sociedad valorar qué nivel de riesgo quiere que asuma su sistema bancario.
Las entidades piden simplificación, pero algunos temen que bajo esta idea se encuentre una desregulación que debilite la robustez financiera.
La legislación nunca es perfecta. Analizar si se puede simplificar es importante, siempre que se preserve la resiliencia del sistema bancario. Pero los estándares internacionales post-crisis, como Basilea III, son la base de la estabilidad del sistema financiero. Nuestra encuesta sobre préstamos bancarios indica que las restricciones de capital no han sido un factor limitador del crédito bancario; las principales limitaciones han procedido fundamentalmente de la tolerancia y percepción de riesgos, así como de la competencia.
La simplificación no debe significar desregulación. La prioridad deben ser políticas que promuevan el crecimiento y la competitividad, completar la unión bancaria y de los mercados de capitales, eliminar obstáculos para profundizar en el mercado único y facilitar inversiones privadas para hacer frente a los desafíos a largo plazo, como las transiciones verde y digital, sin menoscabar las normas que hacen que nuestros bancos sean seguros y sólidos.
En supervisión, también estamos trabajando para mejorar nuestra eficiencia, con un SREP [proceso de fijación de los requerimientos de capital en función del riesgo de la entidad] más corto y enfocado, un enfoque plurianual de riesgos, y procedimientos supervisores más simples, como el proceso acelerado de transferencia significativa del riesgo en el ámbito de las titulizaciones. Estamos comprometidos con simplificar todo lo posible, sin sacrificar la resiliencia.
Además, el Consejo de Gobierno ha creado un grupo de alto nivel, presidido por Luis de Guindos, nuestro vicepresidente, que propondrá recomendaciones de simplificación prudencial antes de fin de año.
Sobre los estándares de Basilea hay ahora muchas dudas. ¿Debería Europa implementarlos aunque otras regiones no lo hagan?
Tras la crisis financiera global entendimos que necesitamos un marco sólido para los bancos internacionales. Dada la interconexión del sistema bancario mundial, es importante que todos los países implementen Basilea III en su totalidad.
¿Y no amenazaría eso con situar en desventaja a los bancos europeos, si los demás países no los implementan?
Una implementación uniforme es esencial para que los requerimientos de capital reflejen los riesgos y los bancos tengan colchones adecuados ante futuras crisis. La igualdad de condiciones a nivel internacional es crucial y la mejor manera de lograrlo es que todos implementen Basilea III.
Recientemente, diferentes operaciones de concentración bancaria se han visto afectadas por la injerencia política. ¿Lo considera un problema?
No voy a comentar casos concretos, pero, en general, el debate político sobre este tipo de operaciones es, hasta cierto punto, inevitable. Las cuestiones políticas no deberían llegar hasta el punto de socavar operaciones y comprometer los principios prudenciales y del mercado único. Por nuestra parte, las normas están claras: las operaciones de este tipo deben analizarse con arreglo a principios prudenciales.Por nuestra parte, las normas están claras: las operaciones de este tipo deben analizarse con arreglo a principios prudenciales.
Cada autoridad debe evaluar las fusiones según los criterios técnicos y legales aplicables, y el BCE lo hace en su papel de supervisor. En última instancia, comprueba la resiliencia prudencial de los bancos fusionados de acuerdo con los criterios que establece el derecho de la UE.
Las fusiones, especialmente las transfronterizas, pueden resultar positivas en la medida en la que pueden ser una vía para crear bancos más competitivos, resilientes y diversificados, beneficiando a clientes, al sistema financiero y a la economía en su conjunto.
La integración financiera europea ha perdido impulso porque hay muchos obstáculos que aún dificultan fusiones transfronterizas. Por eso, es crucial completar la unión bancaria, incluido el sistema europeo de garantía de depósitos, y eliminar obstáculos en el mercado único.
¿Está Europa lista política, social y técnicamente para tener bancos paneuropeos?
Desde el punto de vista financiero e institucional, sí lo está. Dos de los tres pilares de la unión bancaria existen ya. Ahora lo que falta es voluntad política para eliminar los obstáculos restantes. Las barreras más importantes no son prudenciales; una unión bancaria y un mercado único más integrados son técnicamente posibles.
Socialmente, unos bancos sólidos y competitivos ayudan a que nuestro sistema financiero sea más estable y nuestra economía más competitiva, lo que mejora la oferta de servicios a hogares y a empresas.
¿Qué veremos antes, una unión bancaria completa o auténticos bancos trasnacionales?
Creo que una unión bancaria más profunda facilitaría la creación de bancos verdaderamente paneuropeos.
Dicho esto, las propias fusiones transfronterizas pueden ser también una herramienta para una mayor integración del sistema bancario europeo. Con las condiciones adecuadas, pueden hacer que el sistema sea más resiliente ante una crisis, ayudar a reducir costes y mejorar la rentabilidad, y optimizar la gestión de liquidez a nivel de grupo. También pueden ayudar a los bancos a diversificarse, facilitar el acceso a la financiación en diferentes mercados y facilitar la inversión en digitalización.
Parece que el "impulso verde" está perdiendo fuerza en Europa, ensombrecido por el énfasis en la simplificación y en la defensa. Pero el BCE sigue adelante y acaba de sancionar a ABANCA por una gestión inadecuada del riesgo climático.
Simplemente estamos haciendo un seguimiento del plazo fijado para el banco en 2023, cuando ABANCA recibió una decisión supervisora vinculante, como indicamos en la nota de prensa que publicamos ayer. Esta decisión es parte de un esfuerzo más amplio para lograr que los bancos que supervisamos gestionen adecuadamente sus riesgos climáticos y medioambientales, y sigan un proceso de escalado exhaustivo. Y nos complace ver que los bancos han avanzado mucho en esta área, lo que demuestra que nuestros esfuerzos han dado fruto en la gran mayoría de los casos.
Más en general, trabajando para mantener la seguridad y solidez de los bancos que supervisamos también ayudamos a que Europa sea más resiliente y a reducir nuestra exposición a choques externos.
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